Por Abraham Cortez Bernal*

El 2 de enero se celebra en México el Día Internacional del Policía. Algunos medios afirman que desde 1932 se utiliza esta fecha para reconocer a las fuerzas policiales, a raíz de un enfrentamiento ocurrido el 2 de enero de 1927 en el Penal de Andónegui, en Tampico Tamaulipas, donde murieron en cumplimiento de su deber muchos policías.

En América Latina sin embargo, contrasta esta celebración con las sociedades poco satisfechas o agradecidas con las instituciones policiales. Ciertamente muchos habremos tenido alguna mala experiencia con policías, o conocemos a quien la haya padecido, pero intentemos hacer un balance justo y objetivo:

En principio, el servidor público policial ostenta una de las pocas profesiones en las que todos los días de trabajo y de descanso, pone su vida en peligro, poco o mucho dependiendo de su jornada laboral. De acuerdo a la organización “Causa en común”, en 2019 fueron asesinados al menos 446 policías en la República Mexicana, sin mencionar los centenares de policías heridos.

Pero esta clase de peligros, no son los únicos desafíos que enfrenta la profesión. Es frecuente que en países latinoamericanos el policía enfrente precariedad salarial, pocas garantías laborales, difícil acceso al entrenamiento y capacitación, armamento limitado, exigencias de estricta disciplina, presiones jerárquicas legales o no, y por si fuera poco, aislamiento como consecuencia directa de una sociedad que estigmatiza y prejuzga. Como expresa el criminólogo Zaffaroni “nada tiene que ver que la persona sea correcta o no, pues el estereotipo la ensucia”, de manera arbitraria e injusta. Por su parte la historia internacional nos ha mostrado incluso en países más avanzados, a algunos políticos que desconociendo la operatividad policial, no dudan en entregar a un buen elemento, cuando algún hecho puede repercutir en su popularidad electoral. Algo así como ofrecerlo en sacrificio para su salvación, como al «chivo expiatorio», animal en el que los judíos descargaban las culpas de toda la comunidad en la fiesta de las expiaciones. Todo este conjunto de adversidades puede dañar sin duda la salud física y psicológica del elemento, llevando a muchos buenos policías a un rendimiento disfuncional, depresivo o agresivo; es decir, contrario a lo que necesitamos.

En resumen, se les exige mucho y se les ofrece poco. No falta quien critica e incluso ofende al buen policía culpándole de algún congestionamiento vial, sin importarle que esté pasando toda una jornada bajo la lluvia, o bajo intenso calor a la luz directa del sol, a veces sacrificando los alimentos, la navidad o el cumpleaños del hijo pequeño. Debemos ser conscientes como sociedad de que si en este momento algún criminal roba con violencia a nuestra familia, el único profesional que puede defender nuestros intereses a través de una reacción inmediata a los hechos, arriesgando hasta su propia vida, es el policía.

Por supuesto es innegable que en toda institución hay quienes cometen faltas o delitos, y también como sociedad tenemos la responsabilidad de denunciar los hechos concretos cometidos por personas concretas para las consecuencias de ley, pero debemos hacerlo ante la autoridad competente y sin difamaciones en redes sociales que descalifiquen a toda una corporación. Una actitud social empática y solidaria con el policía, no significa impunidad, sino todo lo contrario, genera convicción, orgullo y actitud de servicio. Dejemos de ser pues parte de aquellos que sólo honran a los policías cuando sufren alguna tragedia.

Por ello, con motivo del Día Internacional del Policía, expreso mi sincera felicitación, gratitud y amplio reconocimiento a quienes con profesionalismo, objetividad y justicia, ejercen la función policial en el ámbito municipal, estatal, federal e internacional.

Abraham Cortez* en FacebookTwitterInstagram

*Máster en Derecho Penal y en Criminología por la Universidad de Barcelona /
Presidente de la Academia de Ciencias Penales de la Universidad Autónoma de Baja California, Fac. Derecho, Tijuana.

Ver publicación en periódico El Mexicano de fecha 8 de enero de 2020

 

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