Por Abraham R. Cortez B.

El día 25 de noviembre conmemoramos el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, fecha proclamada por Naciones Unidas en conmemoración del asesinato de tres hermanas, activistas políticas en República Dominicana durante 1960.

A pesar de que la violencia de género es un fenómeno que se condena de forma prácticamente unánime, se ejerce día con día ocasionando desde importantes retrasos económicos, políticos y sociales, hasta desenlaces trágicos. Uno de sus graves peligros radica en que suele ser imperceptible, no solo para la víctima, sino a veces para el propio agresor que responde ante conductas aprendidas o arraigos generacionales en los que ciertos comportamientos violentos, le pueden parecer apropiados.

En México, la Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia precisa que esta puede presentarse a) En ámbito familiar, no solo en pareja sino con cualquier mujer de la familia; b) En el ámbito laboral o escolar cuando se daña la autoestima, salud, integridad, libertad y seguridad de la víctima, e impide su desarrollo y atenta contra la igualdad; c) En el ámbito comunitario a través de la discriminación, denigración, marginación o exclusión, con posibles estereotipos; o d) En el ámbito institucional mediante discriminación, o al obstaculizar políticas de protección en materia género. En todos ellos se pueden desarrollar a su vez, distintos tipos de violencia: 1. La física intencional, extremadamente peligrosa porque llega hasta las lesiones o feminicidio. 2. La violencia sexual que degrada o daña el cuerpo y sexualidad de la víctima. Violencia psicológica, que ser por negligencia, abandono, celotipia, insultos, humillaciones, indiferencia, infidelidad o comparaciones destructivas, etc. 3. La violencia patrimonial, que se puede presentar en la sustracción, destrucción o retención de objetos o valores personales; o 4. La violencia económica que existe mediante el control de ingresos económicos de la víctima, o la proporción de un salario menor por el mismo trabajo.

Afortunadamente las labores activistas de protección a la mujer han sido altamente asertivas, y aunque falta mucho por avanzar, hoy podemos disfrutar de un ambiente mucho más igualitario que incluso hace apenas 20 años. Todas aquellas películas o canciones que fomentaban el machismo haciendo gracia en el siglo pasado, hoy son ampliamente criticadas por nuevas generaciones, sintomático de nuevas formas de pensar y de actuar.

Como en todos los movimientos sociales, hay también quienes con el ánimo de apoyar, han encausado formas de expresión agresivas en contra de todo gobierno; del género masculino, de inmuebles, o incluso de otras mujeres;  generalizando, polarizando, y restando legitimidad a una causa noble y con acciones que lesionan más de lo que resuelven. Sin embargo, mujeres y hombres debemos asumir la responsabilidad de crear mejores condiciones y oportunidades para la política, el arte, la ciencia, la familia y todos aquellos roles indispensables de nuestra sociedad, que necesitan de las personas más capaces, sin estereotipo alguno o barreras de género. Cuando preguntaron al reconocido astrofísico Neil de Grasse Tyson, por qué hay menos mujeres en la ciencia, respondió “Nunca he sido mujer, pero he sido negro toda mi vida… Hay gran parecido entre ambos con las oportunidades… en una sociedad dominada por hombres blancos.”

En este sentido, la responsabilidad más grande y posibilidad real de combate a este fenómeno se encuentra en la sociedad. Ciertamente los programas institucionales también son imprescindibles, pero el gobierno persigue y castiga delitos cuando ya ocurrieron, y su responsabilidad preventiva radica justamente en capacitar a la sociedad, o proteger a la víctima cuando el peligro es ya inminente. Si asumimos en cambio la difícil tarea de identificar aquellos rasgos que en nuestra persona, familia o comunidad pudieran ser generadores de violencia o desigualdad, trabajando positivamente en su erradicación, es posible que con ello se logre transformar al menos la vida de alguien, habiendo merecido la pena cada segundo de esfuerzo.

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Enlace a publicación de periódico El Mexicano 28 /11/ 2018 y 21/11/2017

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