Por Abraham Cortez Bernal*

Desde poco antes de los años 80 del siglo pasado, comenzó a cobrar fuerza a nivel internacional la corriente política y económica del Neoliberalismo, defensora del libre comercio y la intervención mínima de los gobiernos. “Laissez faire, laisez passer” fue la expresión francesa con la que se resumía la filosofía de abstención gubernamental, respetuosa de las libertades individuales de acción y elección en materia económica.

Paradójicamente se gestaba también un fenómeno absolutamente contradictorio que hoy continúa: La intervención máxima en materia político-criminal. Es decir, que mientras en el discurso se defendían libertades económicas, gobiernos del mundo comenzaron a crear y castigar nuevos delitos, aumentar las penalidades de los ya existentes, a castigar conductas imprudentes que antes sólo se castigaban si eran intencionales, castigar como adultos a menores; y en resumen, a querer resolver todos los fenómenos sociales a través de la prisión y el castigo.

Esta expansión del Derecho Penal, pese a fracasar una y otra vez por no disminuir la criminalidad, e incluso aumentarla; ha resultado extraordinariamente exitosa en materia electoral, por lo que candidatos de todos los partidos y niveles en el mundo la utilizan frecuentemente, tal como podremos observar en el presente proceso electoral.

Pero veamos sus inconvenientes. En principio debe subrayarse que la pena no es un fin en sí mismo, sino un medio para lograr otros fines ¿Cuáles son? Aquí se dividen opiniones: a) Los más conservadores afirman que la pena sirve para hacer justicia, algo así como para que descanse el alma, lo cual es de poca utilidad para quienes en el fondo pretendemos que no haya más delitos. b) Otros con más congruencia, dicen que las penas cumplen una función desde el momento de ser legisladas, porque así se manda un aviso o amenaza a la sociedad para que evite delinquir, y ejecutarlas confirmará la seriedad de esa amenaza, logrando disuadir la comisión de delitos. c) Finalmente se sostiene que su función es la reinserción social del delincuente corregible y el aislamiento del incorregible, para que al menos durante un tiempo no haga daño. Ideas conocidas como “retribución”, “prevención general” y “prevención especial” respectivamente. Y aunque a la pena se le cuelgan muchos más objetivos y falsos milagros, sí podemos concluir que su diseño debe funcionar para evitar la comisión de nuevos delitos.

Pero, cuando se proponen castigos más severos, creemos que se piensa más en el aplauso mediático que en la sociedad. Por ejemplo la semana pasada en Baja California aumentó la penalidad del delito de extorsión que era de 6 a 10 años, ahora de 7 a 12 de prisión, como si con ello los extorsionadores fueran a espantarse y convertirse en honrados. Prevenir la comisión de cualquier delito requiere de mucho más que eso. Pero claro, la clasificación de fenómenos sociales, análisis de causas y plan de acciones representan un trabajo más complejo y menos popular que escribir un texto legal. En Estados Unidos es peor, en donde son capaces de condenar a una misma persona a cumplir varias cadenas perpetuas, sin que nadie logre explicar bien la diferencia utilitaria entre una y cien.

Ciertamente la impunidad debe combatirse con la efectiva aplicación de penas proporcionalmente severas a la peligrosidad de la conducta y daño causado. Pero esa proporcionalidad no debe medirse con el hígado, ni siquiera con la molestia social que a veces puede llegar al linchamiento, sino con estudios que no prescindan del objetivo principal, que es evitar más hechos de la misma naturaleza. Más comprensible: Si un hijo pequeño desobedece ¿Qué funcionará mejor? ¿Pena máxima de encierro, gritos y reproches? ¿O pena mínima de prohibición de videojuegos, con una buena explicación?

Enlace a publicación de periódico El Mexicano de fecha 16 enero 2018

2 thoughts on “Populismo punitivo

  1. Buen Día
    Desde mi punto de vista considero que es un tema muy debatible, pues si bien es cierto que cada persona tiene su perspectiva de las cosas, a mi ver algunas un poco mas validas o razonables que otras.
    En relación a la intervención máxima en materia político criminal y analizando la idea acerca de que las penas cumplen con su función desde el momento en que son legisladas o incrementadas, considero que es cierto, que de alguna manera causan una alerta en la sociedad, pues quizás al ver el aumento en la pena las personas puedan detenerse a analizar si realmente valdría la pena pasar tantos años de su vida en la cárcel.
    Pero también comparto la idea de que un criminal no se vuelve más honesto al ver el incremento en las sanciones, ni tampoco se ataca el problema de raíz, podría apoyar de alguna forma a la disminución de la delincuencia, Pero claro, no sin que traiga consigo desventajas, Por ejemplo el hecho de que le costaría mucho dinero al estado mantener a delincuentes por tantos años dentro ahí dentro y poder reinsertarlas a la sociedad seria aun mas difícil..
    Reflexionando acerca del tema opino que sería más prudente buscar la manera de prevenir y no únicamente amenazar o tratar de intimidar a los delincuentes con el incremento de las penas, y que tal si en vez de esto se encargaran de que los niños y jóvenes tuvieran más lugares de recreación, lugares de apoyo para niños o jóvenes en estado de abandono y que las instituciones que ya se encargan de menores tengan mayor presupuesto para lograr su reinserción.
    El implementar medidas que cambien el rumbo de la sociedad, que la delincuencia no sea en único camino.

    Saludos!!

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