Foto: Omar Martínez
Desde tiempos ancestrales, para algunas tribus nómadas dividir la tierra era tan absurdo como dividir el cielo o el mar; luego mediante violencia triunfaron regionalismos territoriales, que se convirtieron en independentismos y nacionalismos hasta existir los Estados Soberanos de hoy. No obstante, el trágico saldo de la II Guerra Mundial obligó al conjunto de naciones a replantearse límites ideológicos, prevaleciendo por encima de cualquier interés, los Derechos Fundamentales de todo ser humano, fuere de la nación que fuere. Así las cosas, regionalistas y migrantes siempre han existido; por lo que exponemos 8 puntos en los que quizá unos y otros podamos coincidir.
1. Las crisis humanitarias a nadie gustan. Un amplio sector social (quizá anti social) ha venido recolectando y haciendo propia cada nota que pueda generar una imagen de rechazo hacia la caravana migrante, como tratando de convencer a los demás de que estamos ante un problema. Esto es innecesario, pues todos sabemos que se trata de un problema, a nadie gustan las crisis humanitarias ni sus consecuencias colaterales de insalubridad, desempleo, pobreza, etc.
2. ¿Migrantes antisociales? Entre los cientos de migrantes, ya se han registrado conductas no solo antisociales, sino que violan la ley. No obstante generalizar o criminalizar a la caravana es tan absurdo como criminalizar a todos los tijuanenses o mexicalenses por los delitos que hay, o estigmatizarles parejo por la basura que suele dejarse en la vía pública. Si hay alguna infracción o delito, el autor habrá de asumir sus consecuencias conforme a Derecho, pero eso no guarda relación con nacionalidad alguna.
3. La Constitución mexicana en los artículos 1, 14 párrafo 3º, 18, y 22 párrafo 1º, se acoge al principio de “Derecho Penal de Acto”, quedando superado el “Derecho Penal de Autor”. Es decir, se castiga a una persona por lo que hizo y no por lo que es. Como los jueces de redes sociales son inevitables, por lo menos deberían acogerse al mismo criterio: limitarse a descalificar determinado comportamiento, pero no a las personas y menos a grupos de personas por su nacionalidad.
4. Las manifestaciones no evitan la migración. Ni agresiones verbales, físicas, ejércitos, ni memes, han evitado la migración aun en países más avanzados. Estados Unidos con su organización y poder, tiene a Los Ángeles con gente de todas las nacionalidades y se cree hasta con siete millones de mexicanos. París, Londres y muchas metrópolis han transitado por fenómenos migratorios con sus desafíos, que se han sabido integrar para bien. El pensamiento de pueblos pequeños suele ser más excluyente por temor a personas y costumbres ajenas. Así que las manifestaciones de rechazo o a favor, no inciden en que suceda el fenómeno.
5. Manifestaciones aumentan inseguridad. Polarizar a la sociedad aumenta el encono y con ello la violencia que genera infracciones y delitos. El odio que alcance a nativos o migrantes, podría llegar al homicidio, por lo que no es bueno fomentarlo siquiera en redes sociales, mucho menos en hordas. Cualquier ser vivo puede reaccionar al sentirse agredido. En un país tan civilizado como Noruega, en 2011 un noruego asesinó a 77 personas e hirió a 319 para exigir a su gobierno frenar la migración. En Tijuana las agresiones entre tijuanenses ya comenzaron ¿Hasta donde pueden llegar? Si te preocupa la seguridad, no agredas porque fomentas la inseguridad de todos.
6. En la caravana migrante hay niñas y niños, mujeres y hombres de bien, que aunado al sufrimiento de tener nada, padecen ahora espontáneas agresiones en su persona o en la de sus padres. Aun suponiendo como algunos afirman, que hubiese intereses organizados detrás de la caravana; sus integrantes no son turistas por placer, sino migrantes por necesidad. Evitemos un daño a la humanidad con la afectación psicológica irreversible de los más vulnerables.
7. La tardanza al cruzar, o el cierre de la línea internacional causado por la caravana, es responsabilidad del Gobierno de los Estados Unidos. Agredir a migrantes no funcionará para evitarlo, causa confrontación y violencia, además de ser una desproporción comparar nuestro problema con los de ellos.
8. Por más impuestos que hayamos pagado a este gobierno, ninguno nos ha dado el título de propiedad sobre la vía pública, por lo que no tenemos derecho alguno de echar a nadie de esta.
En fin, evitemos generalizar y recordemos que tanto el honor y la virtud, como la estupidez, no tienen raza, nacionalidad ni sexo.
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Enlace a periódico El Mexicano 22 de noviembre 2018
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