A partir de este primero de enero de 2018, en California, Estados Unidos, está permitido el cultivo, posesión, venta y consumo de marihuana para fines recreativos. Ello luego de que en noviembre de 2016 fuera aprobada electoralmente la Proposición 64 conocida como AUMA o Adult Use of Marijuana Act, con casi ocho millones de votos, que representan más del 57% de la totalidad de sufragios. Por cierto, ocurrió bajo la administración gubernamental de Jerry Brown, quien también fuera gobernador del mismo Estado en 1976, cuando se redujo de forma considerable la penalidad para la posesión de dicho enervante.
En este sentido, California se convierte en la sexta entidad de esa nación con disposiciones similares, aunque por su cantidad de población, ya la prensa internacional se refiere a esta como el mercado de marihuana legal recreativa más grande del mundo.
Pero veamos qué tan adecuada fue dicha decisión electoral: Todo gobierno tiene entre sus responsabilidades administrar los recursos y brindar los servicios necesarios para resolver problemas y enfrentar desafíos y riesgos con que cuenta su sociedad. Para ello un primer paso es clasificar el problema tanto por sus causas, como por sus posibles efectos de peligrosidad o lesividad para saber bajo qué rubro de soluciones institucionales podemos eliminarlo o disminuirlo. Partiendo de ahí, el consumo de la marihuana es un problema si este ocasiona daños a la salud o si sus efectos colaterales implican la manifestación de comportamientos antisociales.
Ahora bien ¿Cuál de las instituciones y respuestas al problema es la más adecuada? Aquí es donde sociedad y gobierno dividen sus opiniones, pues hay quienes lo consideran un problema que sólo puede resolverse con cárcel, otros mediante una política sanitaria, otros lo ven como un desafío de la política económica y otros de plano no saben con qué combatirlo, dando palos de ciego.
En California, sin eludir que el consumo de marihuana es un problema, se ha tomado la decisión de controlarlo mediante dos frentes distintos a la criminalización. Por una parte una serie de medidas restrictivas tendientes al control de la salud pública. Por ejemplo sólo está permitida la tenencia de hasta 28.34 gramos de marihuana o una onza por persona, que sea mayor de 21 años de edad, y que no podrá fumar conduciendo, ni a menos de 300 metros de zonas infantiles como escuelas o parques. Si alguien desea cultivar en casa, podrá hacerlo solamente hasta con 6 plantas.
Por otra parte, aunque no propiamente en el discurso gubernamental, se ha considerado el aspecto político económico, pues el Estado de California cobrará un 15% de impuestos sobre la venta de marihuana a cada establecimiento rigurosamente autorizado, a lo que podrán sumarse un 10% de impuestos para los municipios sobre la venta, previendo algunas consultoras especializadas un mercado legal desde cinco mil ochocientos, hasta once mil millones de dólares al año, con su respectivo ingreso fiscal. Si con ello se reducen también las ganancias del crimen organizado, entonces indirectamente se lograría también algún objetivo de política criminal.
En contraposición existe otro criterio, en donde la persecución y combate de los delitos “contra la salud” deja miles de muertes al año, los cuales jamás lograría el consumo de droga por excesivo que fuera. Pese a las probanzas históricas de que ha salido más caro el caldo que las albóndigas, es una postura que desafortunadamente hoy se mantiene firme en muchos países. Lo curioso ahora, es que dicha postura de criminalización también se mantiene firme por el gobierno federal de Estados Unidos en donde la marihuana sigue siendo considerada como una sustancia ilegal, y en donde se cuenta con un fiscal general que públicamente ha expresado que es una sustancia perjudicial que no se debe normalizar y que la ley está para aplicarse.
Si el encarcelamiento y muerte de seres humanos no han logrado conciliar esta contradicción tanto política como normativa, habrá que ver si próximamente lo logran algunos miles de millones de dólares en impuestos y derrama económica, que dejarán a muchos un próspero y feliz año nuevo 2018.
Enlace a publicación de periódico El Mexicano de fecha 2 enero 2018